El aumento de la ingesta de potasio tiene efectos beneficiosos sobre la salud humana. El potasio es el cation principal en el líquido intracelular y tiene la capacidad de aumentar la excreción del sodio, por lo que su deficiencia puede desempeñar un papel importante en la génesis de la presión arterial elevada. Las bombas sodio potasio se encuentran en mayor cantidad en células excitables como las células nerviosas y células musculares y sobre todo en el corazón. Por eso cambios relativamente pequeños en la concentración extracelular de potasio afecta a la transmisión neural, la contracción muscular, y el tono vascular. La incidencia de cálculos renales aumenta con la proporción sodio: potasio (Stamler y Cirillo, 1997). Un aumento de la ingesta de potasio reduce la excreción urinaria de calcio y desempeña un papel importante en la gestión de la hipercalciuria y cálculos renales. El déficit de potasio puede ser causa de calambres y dolor muscular, malestar y anormalidades cardiovasculares. Algunos pacientes pueden ser asintomáticos. El aceite de pescado contiene ácidos omega-3, uno de los dos principales tipos de ácidos grasos esenciales. Los ácidos grasos esenciales son grasas especiales que el cuerpo necesita tanto como necesita de las vitaminas. La omega 3 son precursores de las prostaglandinas, los tromboxanos y los leucotrienos. Los cuales cumplen posibles funciones antiinflamatorias, antitrombóticas, antiarrítmicas, antiateroescleróticas, mejoramiento de la función endotelial, disminución de la presión sanguínea y disminución de las concentraciones de triglicéridos. La mayor parte de la investigación sobre los beneficios potenciales de los ácidos omega-3 comenzó cuando estudios en personas Inuit (Eskimales) descubrieron que aunque sus dietas contenían una enorme cantidad de grasa de pescado, focas y ballenas, ellos rara vez sufrían de ataques cardíacos. Esto es supuestamente debido a que sus fuentes de grasa son altas en ácidos grasos omega-3.