Hay una llave auténticamente prodigiosa para salir de este laberinto de enajenación en el que está inmersa la mayoría de la Humanidad. Esta llave la tiene todo ser humano, aunque a veces parezca perdida. Por eso, su utilización no precisa que adoptes extrañas creencias o tengas fe ciega en algo o alguien. Tan solo requiere de tu capacidad de investigar, de indagar, al fin y al cabo, de mirar.