Ese es el viaje que aquí propongo: despabilar la mirada, despertar los oídos, agudizar el olfato, respirar hondo. Enloquecer de amor por el mundo pródigo y salvaje, y, al final del camino, como piratas de buen corazón, devolver el tesoro en cuya búsqueda partimos. Donde vive el asombro nos ofrece un mapa imaginario, un viaje diferente de cualquier otro que hayamos realizado.