Recibe su nombre de los trozos de toba volcánica que se encuentran en el suelo, que los lugareños llaman así por su parecido con nidos de avispas. De esta roca rica en minerales, el vino adquiere un sabor mineral, complementado por la acidez distintiva de la furmint y los sabores añejados durante la maduración en barricas de madera, membrillo y pera. Perfecto para acompañar asados con aves.